BATANIA

BATANIA
(ese muchacho de Lauros que quiere ser poeta)

domingo, 23 de mayo de 2010

La destrucción de un Poeta

Desde que conocí a Batania, quise ser mejor que él.

La destrucción de un poeta se hace en tres fases. Fase I: Observar al enemigo. Batania tenía como cuatro o cinco blogs abiertos, pero uno era el principal, el interesante, el que apetecía leer de verdad. neorrabioso.blogspot.com. Cómodamente desde el sofá de casa, o desde el trabajo (afortunadamente todavía no nos han capado el acceso a Blogspot) podía observar y leer cada movimiento del poeta estrella. Analizaba su rango semántico de cada entrada, casi hasta el punto de distinguir si lo que escribía lo hacía cansado, al final de la noche, o fresquito, recién llegado a su puesto de trabajo.
Y mientras tanto, disfrutaba de sus ocurrencias, pero seguía en la sombra, así que decidí salir del armario. Poco a poco, sin darme cuenta, iba conformando el paso a la fase II: Provocar celos.

Resultó fácil comenzar a comentar en las entradas más hilarantes e interesantes de su blog, siempre con el objetivo de superarlo. Hacer un chiste sobre otro chiste es fácil, de modo que entre sus seguidores se formó esa curiosa expectativa del comentario de Danilac. Y vaya que si las cumplía. De hecho, llegué a ser el comentarista más asiduo de su blog. Lo tenía todo a mi favor. Recuerdo que me lo topé un día en el Bukowski.

Batania: ¡Hola Danilac!
Danilac: Hola, maestro...
Batania: ¿Qué tal?
Danilac: Bien, bien...
Batania: ¿Vas a recitar?
Danilac: Sí, claro, ¿y tú?
Batania: Sí, sí... Voy a por un tercio. ¿Te he dado uno de mis cuadernillos?

Bueno, es posible que esa conversación no fuese muy significativa... ¡Pero estaba seguro de que había minado su confianza! Maldita sea... ¡Cuadernillos! ¿Pero qué se cree?
Todo iba bien, más o menos, pero necesitaba un cómplice.

¡Leo! Leo... ¿Vas a improvisar hoy?
Leo Zelada le dejaría por los suelos con uno de sus poemas improvisados. Su intensidad sobre las piernas de Jeniffer superaría cualquier peso pesado neorrabioso. Los dos se pusieron a conversar mientras poco a poco tejía la humillación final. Le tocó el turno a Leo. Salió de la bruma tabaquil como un San Jorge enfrentándose al Dragón de su garganta. Algo épico. Además su improvisación versaba sobre la poesía. Nos dio sopas con ondas. La victoria era mía.

Fase III: Recoger lo sembrado.
Le tocó el turno a Batania. Se hizo el silencio. Hasta el humo pareció apresurarse para salir fuera. Y el muy... leyó su "Jardín botánico". ¡Perdón! LO RECITÓ DE MEMORIA. Sólo noté que me había quedado boquiabierto cuando una baba tropezó con la mano con la que sujetaba el gin tonic, ya sin hielo.
Los aplausos atronaron el Club Bukowski, y yo intentaba sin demasiado éxito convertirme en una cucaracha para escapar de allí entre los pies vueltos hacia el Poeta.

Maldito Batania.

Ya te ganaré, ya...

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